miércoles, 25 de marzo de 2020

Jenara García Martín



La fuerza del amor 
(Mi pequeña historia) 
Jenara García Martín

Todo dormitaba dentro de “mi mundo”. Ese “mundo” sólo mío. Era una idea fija en mi mente. Escribir una historia que fuera capaz de penetrar más allá del  placer que perciba el lector con su temática. Una historia capaz de permanecer en el recuerdo de sus lectores. Era receptora de una concepción de imágenes  que me incitaban sacarlas a la luz.
Un amanecer fluyó en mí ese manantial inquieto, ansioso de  marcar los surcos en un camino virgen, sin huellas, sin un “detente”. De pronto me dio miedo caminar en una dirección incierta, sin saber a dónde estaba el final. Tenía que animarme a descubrirlo.
El papel en blanco y el lápiz me llamaban. Me provocaban a que los hiciera entrar en acción y comencé creando situaciones cotidianas. Personajes que no se conocían.  Hasta circunstancias increíbles por ataques bélicos. .Llenaba hojas y hojas  y harta de caminar por la cornisa,  descendí y me aferré a mi propósito. Relacionar las situaciones inventadas que ya existían en mis apuntes. Así empecé Mi Pequeña Historia imaginaria que quería dar a conocer.                      
Hasta el Ordenador me llamaba. Lo puse en contacto. La pantalla en negro esperaba que la diera la orden y escuché que me dijo: “abre la ventana”. Mi mente me obligó a obedecer. Ya estaba en blanco y nos miramos con aire desafiante. Había llegado el momento. Tenía que llenar de líneas  esa pantalla, con ideas ya convertidas en pensamientos,  quizá desordenados pero con cierta lógica. A cualquier hora del día mi mente inventaba ideas, capturando pedazos de  vidas, como los cuadros de un rompecabezas, que van uniéndose entre sí, donde los sentimientos no dejaban respirar al alma. No me daban descanso.  Pero tenía que investigar en el  fondo de esos apuntes la intencionalidad de su significado para luego pasarlo al Ordenador con la mayor limpieza posible, y  que el lector pudiera recibir  la historia con interés, con credibilidad..
He invertido muchas horas, escribiendo y corrigiendo. Compartiendo durante ese tiempo risas y lágrimas, sin importarme los baches u hondonadas que aparecían en ese camino poblado de sombras. La interacción de este mundo de pasiones, se convertía en un laboratorio de pruebas.
En proceso de investigación permanente. Mi lucha interna es la de la fiera con el indefenso cordero. La soberbia, la ira, la frivolidad, enfrentándose a la humildad, la caridad,  la pureza. Sentimientos que transitaban  por mi solitario mundo y tenía que lograr que aparecieran en  Mi Pequeña  Historia.
Mi historia sin título. Cuando llegué al final, lo descubrí. Venció el amor. La nobleza del personaje que dio vida al proceso de mi creatividad que con su dulzura y su fuerza de amar y ayudar a los seres que la rodeaban en ese refugio, después de haber sufrido un bombardeo en plena guerra de Oriente, donde perdió a sus padres. Esa pequeña protagonista me robó Mi Historia, expresado en otros términos se la traspasé. La veía reflejada en la hoja de papel deambulando en busca de su familia entre los despojos que deja una guerra: destrucción, muerte, hambre, pestes, campos inertes, supervivientes en total desamparo en busca de protección, amor y así ayudando a los refugiados en situación de carencias, como ella, la desconocida protagonista de Mi Pequeña Historia, colaboraba en ese mundo decadente, buscando a cambio  algo con qué alimentarse. Saltaba a la pantalla de mi  Ordenador y su imagen casi transparente por su delgadez, permanecía inmóvil bajo mi escritura. Extendía los brazos suplicantes en medio de su soledad, a pesar de estar rodeada de multitudes. Pero la expresión de su rostro me  pedía ese cariño que
había perdido. Que la permitiera ser protagonista de Mi Pequeña Historia.
Ese pequeño mundo que la pertenecía, aunque estuviera sola. La suerte de sentirse viva, la dieron fuerzas,  e inició a transitar una ruta sinuosa y difícil, que la marqué, mas debió conocer escenas lamentables donde observó el enfrentamiento entre la crueldad y la dulzura. El amor y el odio. Pero en esa lucha de sus propios valores y sentimientos sublimes,  casi expuesta a desfallecer, por fin obtuvo, lo que con tanto anhelo buscaba: “La Fuerza del Amor”.  Ella dio título a Mi Pequeña Historia.        (Continuará)             
             

No hay comentarios: