Desde una cafetería
(final)
Jenara García Martín
Este suceso no pasó desapercibido para la
prensa, y cuando ya estaban trotando juntos, “Alado” y POTI, en la Escuela
de Instructores, salió publicado un día
lunes en la página de el Turf, como noticia destacada.
Así
fue como el cliente de la cafetería que había conocido a POTI lamentándose del
accidente de “Alado” y de la historia de POTI, contada por el mozo, volvían a
dialogar recordando ese día y
alegrándose ahora al leer la columna que les dedicaban, alabando la dedicación de POTI
para salvar al caballo y la voluntad de seguir trotando a su lado, a
pesar de su dificultad física. Y como cliente habitual y la confianza con el
mozo, los lunes no dejaban de leer la
página del Turf…
Mientras
crecían las expectativas sobre la vida de
“Alado” y POTI, esto sucedía en la Escuela , teniendo en cuenta que el
caballo a nivel general todo su cuerpo
puede indicar su sentir, igual que la mayoría de los seres humanos. Si un
caballo tiembla, los que los conocen, saben que está nervioso o temeroso y en
cambio cuando te roza con el hocico o intenta pellizcarte o morderte,
puede ser que esté curioso por
algo y juguetón. Estas reacciones de “Alado” POTI las conocía sin equivocarse.
Como también su origen:
“Alado” era un caballo “pura sangre” descendiente de
la raza árabe. Son caballos muy rápidos para las carreras, y actividades
deportivas ecuestres que requieren velocidad. Y en esas actitudes no dejaba de
pensar POTI. Qué porvenir tenía “Alado” por su raza. La árabe, pensaba, tiene otras actitudes y
están calificados entre los mejores
del mundo. Son genéticamente puros. Se identifican por su elegancia. Son
esbeltos. Veloces en la pista. Brindan
confianza y cercanía con el ser humano, (estas cualidades no le faltaban a
“Alado”), pero también eran elegidos para equitación terapéutica, exhibición,
salto…. Y en esto se debatía el pensamiento de POTI para el futuro de “Alado”,
pues sabía que volver a las carreras no era posible. Su pata estaba
salvada, pero en velocidad ya no podría
competir.
Aún
no había intentado que “Alado” lo montara nadie. Tenía que estar seguro de que
soportaría correr con jinete. Lo tenía que conversar con el veterinario
asegurándose que estaba en condiciones para ese otro ejercicio. Ellos dos
juntos trotaban todos los días por la pista de la Escuela y “Alado”, cada día
tomaba más velocidad y él se sentía disminuido por su pierna ortopédica. Mas
como las cosas no pasan sólo por pasar, un día “Alado” con la cabeza le
empujaba con mucho cuidado y las orejas y la mirada le decían algo, que con el
lenguaje del caballo a quien POTI le entendía
como si le hablara, interpretó que
le pedía que le montara. Entre los dientes sostenía las riendas y se las
llevaba a las manos. POTI le hacía ver su pierna de metal y el caballo movía la
cabeza y su mirada era suplicante. Este comportamiento de “Alado” le dolía y
volvió a conversarlo con los Profesores
y su respuesta fue que quería que lo montara en el entrenamiento. Convinieron que otro
jinete lo intentara y “Alado” no lo
permitió .Hizo un corcoveo para que se apeara. Ante esta situación POTI pensó
que “Alado” quería que fuera él y tomo una decisión. Fue a la fábrica donde les hacían las botas para
montar y consiguió que le fabricaran una bota del mismo tipo de cuero para
calzarla sobre la pierna ortopédica. No solucionó el defecto de caminar pero sí
el tacto para la piel del caballo y con todo el afecto que sentía el uno por el
otro, una mañana después del trote diario, acariciándole como él sabía hacerlo
le dijo algo en la oreja que “Alado” lo
entendió bien e hizo algo diferente. Relinchó como nunca lo había hecho. POTI
le colocó la montura y con los movimientos del jinete avezado, puso un pie en
el estribo y montó en el caballo.
Eso era
lo que “Alado” quería. POTI desde su lugar de jinete le dio unas palmadas que
le acariciaban y “Alado” del trote pasó al movimiento de carrera siguiendo el
recorrido que hacían los profesionales de la Escuela. Todos pararon la clase y
se quedaron observándolos. No podían creer lo que estaban viendo. Cronometraron
el tiempo y observaron el ritmo del movimiento de sus patas en la pista. Era
perfecto. POTI también midió el tiempo y con las mismas palmadas le hizo parar
y él desmontó. Lo había conseguido.
“Alado” le agradeció con sus gestos de cabeza, posición de la cola y orejas.
Ahora él tenía que ejercitarse para poder montar como profesional.
En la
cafetería no dejaban de leer las noticias de las carreras, no tan interesados
por el resultado, puesto que no eran apostadores. Su interés era conocer la vida
de POTI y “Alado”. Ya habían publicado que POTI lo montaba como un experto
jinete y el ritmo de entrenamiento
empezaba a superar el trote. Y lo anunciaban como un posible competidor
en el Turf. POTI se animó a llevarlo a
la pista del hipódromo y entrenar en solitario, pero comprobó que el tiempo
horario no daba para ser vencedor. Tenía que pensar en otra actividad para
“Alado” y recordó que existía una Escuela donde hacían ejercicios de equitación
terapéutica, especialidad de los caballos de raza árabe, e hizo las respectivas
averiguaciones. Había caballos que eran una belleza en todos los aspectos y
trabajaban en terapia hípica con niños con alguna discapacidad o problema
físico, en rehabilitación, y también con adultos recuperándose por algún
accidente u otro tipo de problema. Lo conversó con el veterinario y Profesores,
a quienes les pareció una buena opción para que “Alado” volviera a vivir su
vida. Confiaban en que tenía actitud
para ese tipo de ejercicios. POTI le inscribió y comenzó a practicar esa actividad con adultos, con físico parecido al suyo y él siempre
guiándole. Los Profesores que controlaban el comportamiento de los caballos, y
conocían la historia de “Alado”, quedaron sorprendidos del carácter y lenguaje
que mantenía con POTI y las terapias que
debían llegar a ejecutar con cada
paciente se las indicaban a POTI y él se convertía en el Profesor, dado que
comprendían que eran inseparables.
Así fue
como “Alado”, con POTI de Profesor, se
convirtió en el más dúctil caballo para terapia hípica para niños con problemas
físicos. El relincho de “Alado” era reconocido por los Profesores, cuando un
niño lo montaba y “POTI” lo acompañaba en esos ejercicios.
En la
cafetería el consecuente cliente y el
mozo, siguieron la actividad de caballo y jinete, festejando lo que habían
logrado con esa inseparable comunicación y cariño que se profesaban. Ahora “Alado”
no ganaría las carreras en el hipódromo, pero había ganado mucho más que cruzar
el primero la línea. Tenía la carrera ganada por su actitud. Por brindarse a
esa otra actividad hípica colaborando
con ese grupo de profesionales quienes
lo necesitaban para rehabilitar a esos seres humanos con problemas físicos, bien como consecuencia de algún accidente o de otro origen.
Así
termina la historia de “Alado” y POTI de su pasado profesional compitiendo en
las pistas, y comienza la nueva etapa de su vida para vivirla feliz, ser
útil, y siempre juntos, trotando o corriendo en una pista diferente y
en un mundo diferente, en el que no importaba para nada, cruzar el primero la línea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario