sábado, 30 de junio de 2018

Jenara García Martín



                                  Desde una cafetería (final)  
                                           Jenara García Martín

 Este suceso no pasó desapercibido para la prensa, y cuando ya estaban trotando juntos, “Alado” y POTI, en la Escuela de  Instructores, salió publicado un día lunes en la página de el Turf, como noticia destacada.
Así fue como el cliente de la cafetería que había conocido a POTI lamentándose del accidente de “Alado” y de la historia de POTI, contada por el mozo, volvían a dialogar recordando  ese día y alegrándose ahora  al leer  la columna que les dedicaban,  alabando la dedicación  de POTI  para salvar al caballo y la voluntad de seguir trotando a su lado, a pesar de su dificultad física. Y como cliente habitual y la confianza con el mozo,   los lunes no dejaban de leer la página del Turf…
Mientras crecían las expectativas sobre la vida de  “Alado” y POTI, esto sucedía en la Escuela , teniendo en cuenta que el caballo a nivel general  todo su cuerpo puede indicar su sentir, igual que la mayoría de los seres humanos. Si un caballo tiembla, los que los conocen, saben que está nervioso o temeroso y en cambio cuando te roza con el hocico o intenta pellizcarte  o morderte,  puede ser que esté curioso  por algo y juguetón. Estas reacciones de “Alado” POTI las conocía sin equivocarse. Como también su origen:
“Alado”  era un caballo “pura sangre” descendiente de la raza árabe. Son caballos muy rápidos para las carreras, y actividades deportivas ecuestres que requieren velocidad. Y en esas actitudes no dejaba de pensar POTI. Qué porvenir tenía “Alado” por su raza. La árabe,  pensaba, tiene otras actitudes  y  están calificados entre los mejores  del mundo. Son genéticamente puros. Se identifican por su elegancia. Son esbeltos.  Veloces en la pista. Brindan confianza y cercanía con el ser humano, (estas cualidades no le faltaban a “Alado”), pero también eran elegidos para equitación terapéutica, exhibición, salto…. Y en esto se debatía el pensamiento de POTI para el futuro de “Alado”, pues sabía que volver a las carreras no era posible. Su pata estaba salvada,  pero en velocidad ya no podría competir.
Aún no había intentado que “Alado” lo montara nadie. Tenía que estar seguro de que soportaría correr con jinete. Lo tenía que conversar con el veterinario asegurándose que estaba en condiciones para ese otro ejercicio. Ellos dos juntos trotaban todos los días por la pista de la Escuela y “Alado”, cada día tomaba más velocidad y él se sentía disminuido por su pierna ortopédica. Mas como las cosas no pasan sólo por pasar, un día “Alado” con la cabeza le empujaba con mucho cuidado y las orejas y la mirada le decían algo, que con el lenguaje del caballo a quien POTI le entendía  como si le hablara, interpretó que  le pedía que le montara. Entre los dientes sostenía las riendas y se las llevaba a las manos. POTI le hacía ver su pierna de metal y el caballo movía la cabeza y su mirada era suplicante. Este comportamiento de “Alado” le dolía y volvió a conversarlo con los Profesores  y su respuesta fue que quería que lo montara  en el entrenamiento. Convinieron que otro jinete  lo intentara y “Alado” no lo permitió .Hizo un corcoveo para que se apeara. Ante esta situación POTI pensó que “Alado” quería que fuera él y tomo una decisión. Fue  a la fábrica donde les hacían las botas para montar y consiguió que le fabricaran una bota del mismo tipo de cuero para calzarla sobre la pierna ortopédica. No solucionó el defecto de caminar pero sí el tacto para la piel del caballo y con todo el afecto que sentía el uno por el otro, una mañana después del trote diario, acariciándole como él sabía hacerlo le dijo algo  en la oreja que “Alado” lo entendió bien e hizo algo diferente. Relinchó como nunca lo había hecho. POTI le colocó la montura y con los movimientos del jinete avezado, puso un pie en el estribo y montó en el caballo.  
Eso era lo que “Alado” quería. POTI desde su lugar de jinete le dio unas palmadas que le acariciaban y “Alado” del trote pasó al movimiento de carrera siguiendo el recorrido que hacían los profesionales de la Escuela. Todos pararon la clase y se quedaron observándolos. No podían creer lo que estaban viendo. Cronometraron el tiempo y observaron el ritmo del movimiento de sus patas en la pista. Era perfecto. POTI también midió el tiempo y con las mismas palmadas le hizo parar y  él desmontó. Lo había conseguido. “Alado” le agradeció con sus gestos de cabeza, posición de la cola y orejas. Ahora él tenía que ejercitarse para poder montar como  profesional. En la cafetería no dejaban de leer las noticias de las carreras, no tan interesados por el resultado, puesto que no eran apostadores. Su interés era conocer la vida de POTI y “Alado”. Ya habían publicado que POTI lo montaba como un experto jinete y el ritmo de entrenamiento  empezaba a superar el trote. Y lo anunciaban como un posible competidor en el Turf.  POTI se animó a llevarlo a la pista del hipódromo y entrenar en solitario, pero comprobó que el tiempo horario no daba para ser vencedor. Tenía que pensar en otra actividad para “Alado” y recordó que existía una Escuela donde hacían ejercicios de equitación terapéutica, especialidad de los caballos de raza árabe, e hizo las respectivas averiguaciones. Había caballos que eran una belleza en todos los aspectos y trabajaban en terapia hípica con niños con alguna discapacidad o problema físico, en rehabilitación, y también con adultos recuperándose por algún accidente u otro tipo de problema. Lo conversó con el veterinario y Profesores, a quienes les pareció una buena opción para que “Alado” volviera a vivir su vida.  Confiaban en que tenía actitud para ese tipo de ejercicios. POTI le inscribió y comenzó a practicar esa  actividad con adultos,  con físico parecido al suyo y él siempre guiándole. Los Profesores que controlaban el comportamiento de los caballos, y conocían la historia de “Alado”, quedaron sorprendidos del carácter y lenguaje que mantenía con POTI y  las terapias que debían  llegar a ejecutar con cada paciente se las indicaban a POTI y él se convertía en el Profesor, dado que comprendían que eran inseparables. Así fue como “Alado”,  con POTI de Profesor, se convirtió en el más dúctil caballo para terapia hípica para niños con problemas físicos. El relincho de “Alado” era reconocido por los Profesores, cuando un niño lo montaba y “POTI” lo acompañaba en esos ejercicios. En la cafetería el consecuente cliente  y el mozo, siguieron la actividad de caballo y jinete, festejando lo que habían logrado con esa inseparable comunicación y cariño que se profesaban. Ahora “Alado” no ganaría las carreras en el hipódromo, pero había ganado mucho más que cruzar el primero la línea. Tenía la carrera ganada por su actitud. Por brindarse a esa otra actividad hípica  colaborando con ese  grupo de profesionales quienes lo necesitaban para rehabilitar a esos seres humanos  con problemas físicos, bien  como consecuencia de algún accidente o  de otro origen. Así termina la historia de “Alado” y POTI de su pasado profesional compitiendo en las pistas, y comienza la nueva etapa de su vida para vivirla feliz, ser útil,  y siempre juntos,  trotando o corriendo en una pista diferente y en un mundo diferente, en el que no importaba para nada,  cruzar el primero la línea.

    


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