miércoles, 21 de junio de 2017

Jenara García Martín


               
                           CARTA A PLATERO 
                                            Jenara García Martín 

¿No sé cómo hacerte llegar esta carta, Platero? 
Yo te la quisiera llevar en persona a Moguer, a ese pueblo donde naciste, pueblo blanco de Andalucía – Sur de España – con una geografía de épocas remotas y sus callejuelas estrechas, empinadas, floridas (…)
“Platero es pequeño. Peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos; es tierno y mimoso igual que un niño” . 
Cumples cien años de éxito entre los lectores que te admiramos y yo quiero decirte “FELIZ CUMPLEAÑOS”, porque fue en 1917 cuando  gracias a la edición definitiva de la Editorial Calleja te liberaron de vivir en esa semioscuridad que te encontrabas desde la Navidad de 1914, y  fuiste reconocido con destacado lirismo, y tuviste el éxito que te merecías. 
Me pregunto ¿acaso habrá un servicio de correos que llegue hasta  tu cielo de borriquillo humilde, donde ahora trotarás feliz? 
Claro está,  que tal vez sea suficiente llegar a Moguer, hasta el huerto escondido de la Piña, junto al pino redondo bajo el cual eligieron el lugar para que tu cuerpo peludo que se decía “era de algodón”, descansara rodeado de todos los elementos de la naturaleza que tú contemplabas en tu  trote juguetón y que estallarán para que  Abril vuelva a cubrir la tierra con su alfombra de “lirios amarillos.” 
En Moguer  -lo ha contado  Don Juan Ramón -: ”El aire es transparente y huele - según sea la estación, según de qué costado sople el viento- a naranjal, a viña, a pinos, a marisma”.  Aquí en cambio, ¡si vieras qué tristeza! La suciedad ha obscurecido el cielo y el aire huele a humo, y a gas-oil y a polvo de alquitrán. Sólo por respirar profundo y a gusto,  valdría la pena de ir a Moguer.  Pero es que además,  ¡es tan hermoso lo que quiero decirte!
¡Escúchame Platero! Tú vas a revivir. Fíjate bien que no te he dicho que vas a resucitar. Para resucitar tendrías que haber muerto, y tú Platero, gracias a tu creador eres inmortal, no morirás jamás. Revivir sí que puedes. Y lo harás en un mundo, nuevo ¿de verdad?, ¿de mentira?, lleno de magia, en todo caso.
¿Por qué? , preguntarás.
Por que los niños que jugaban contigo, han crecido: son hombres y mujeres, eso es cierto. Pero detrás de ellos, vinieron otros niños. Niños que nada saben de Moguer, - “pueblo dorado y blanco – dorado como una hogaza de pan; transparente,  como una caña de cristal grueso y claro que espera todo el año bajo el  cielo azul, su vino de oro”. Otros niños que quizá nunca oyeron el canto de los grillos, que tal vez no han visto nacer el pan, ni el vino. Ni florecer los lirios: “tus lirios amarillos”; que a fuerza de aprender cosas extrañas, Platero amigo, han olvidado las cosas más humildes, más bellas, más sencillas (…)
¿Quién podría enseñarles esas cosas mejor que tú, Platero?
Tal vez nadie. Por eso es importante que vivas otra vez, verás cómo te gusta el nuevo escenario y sus actores. Verás cómo te gusta hacerte amigo de estos otros niños Verás como te quieren y cómo te vas a divertir, trotando junto a ellos.
Platero, tú nos ves ¿verdad? ¡Tú nunca nos dejarás!-

          

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