sábado, 24 de diciembre de 2016

Emilio Yaggi


El niño dromedario  
Emilio Yaggi

Este colectivo es una tortuga; voy a llegar re tarde y la seño me va a…ya llegué, ¡en la esquina!... ¿dónde está el timbre?, acá está: un timbrazo, dos timbrazos, tres timbrazos, cuatro…
-¡Pará pibe, pará! ¡Ya escuché! ¿Qué querés, dejarme sordo? ¡Dale, bajate!
Se enojó el chofer…menos mal que me abrió la puerta…
-¡Chau chofer! ¡Chan, chan chan, chan chan charán chan chaaan…
-¡Hola Andrés! ¿Cómo estás? Te estaba esperando.
-¿Y vos quién sos? Yo no te conozco.
-¿Cómo que no? ¿Ya te olvidaste de mí? Estuve en tu casa hace como dos meses; soy amigo de tu papá. Él me llamó hace un rato y me pidió que te viniera a esperar.
-Pero yo no me llamo Andrés; te equivocaste de chico, me parece.
-¡Oh, perdón! Soy un desastre para recordar los nombres; cómo será que algunas veces confundo el nombre de mis hijos y los llamo con otros. ¡Qué barbaridad! Aquella vez que estuve en tu casa, hablamos con tu viejo sobre asuntos de trabajo; trabajamos juntos. Vení, vamos a mi casa.
-No, se me hace tarde porque el ómnibus tardó un montón; tengo que ir a la escuela. La seño me va a dar clases especiales de matemática; ando flojo…
-Con razón cargás esa mochila gigante; ¡parecés un niño dromedario! Hagamos una cosa, mi casa es aquí a la vuelta y tengo el auto fuera del garage; te llevo hasta la escuela y así llegás un poco más temprano, ¿te parece bien?
-No, porque yo no te conozco y mi mamá siempre me dice que ni siquiera hable con extraños, así que chau.
-Esperá, esperá un poco. ¿Te gustan los jueguitos electrónicos?
-Sí, me encantan y tengo muchos en mi casa. Juego siempre con mi hermano mayor que ya tiene catorce años; cuando van algunos chicos amigos de él, me corren…
-¿Por qué?
-Es que algunas veces se ponen a mirar cosas…
-¿Qué cosas?
-No, nada, me voy.
-Esperá, no tengas vergüenza; ¿se ponen a mirar chicas?
-Bueno, sí, pero chicas desnudas…
-Eso es normal; todos los muchachos miran esas cosas, ¿qué tiene de malo?
-No sé, me voy; ¡uf! ¡Es re tarde!
-Vení, pibe, vení…
-¡Soltame! ¡No me agarres que me duele! ¡Soltame o grito! ¡Devolveme el celu, es mío! ¡Dámelo! ¡Ladrón!
-Bueno, está bien, acá lo tenés; calmate y sacalo vos del bolsillo de mi pantalón…
-¡No! ¡Dámelo!
-Pero sí, pibe, tomalo, fue una broma; caminemos hacia la escuela, te acompaño. Te decía que es normal que los muchachos y los hombres miremos chicas; ¿vos no las mirás? Algunos chicos de mi barrio que deben tener tu edad más o menos, van a mi casa para verlas. Lo que pasa es que en la casa de ellos no los dejan, los padres son unos plomos, ¿viste? Yo tengo un montón de películas. Aprovechando que sus padres trabajan, dentro de un ratito dos de ellos van a ir a mi casa para ver todas las pelis que quieran, ¿querés venir?
-Ya te dije que no; tengo que ir a la escuela.
-De acuerdo. Ni una palabra más. ¿Querés un chocolate y quedamos amigos?
-No, gracias.
-Pero mirá que sos retobado, ché. ¿Ni un chocolatito querés? Está bien; acercate, estás húmedo…tendrías que haber traído paraguas, chiquilín…
-¡No me abraces! ¡Mirá que grito! Chau, me voy.
-¡Pará infeliz! ¿Qué te pasa, me tenés miedo?
-¡Soltá la correa de mi mochila! ¡Soltala, soltala!
-No te voy a hacer nada, dale, vamos a mi casa, nos vamos a divertir, vamos a ver chicas desnudas y… ¡ay, maricón! ¡me mordiste! ¡vení para acá, hijo de perra! ¡no corras! ¡Pero si serás imbécil! (Mejor me hago humo antes que aparezca alguien).


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