martes, 22 de noviembre de 2016

Gustavo Marcelo Galliano

CONFESARÁS TUS PECADOS
                                                Gustavo Marcelo Galliano

No pude controlarme más. Esa noche tenebrosa discutimos acaloradamente, más de la cuenta, y lo confesé sin tapujos ni reparos. Sabía muy bien que la ofendería, se sentiría humillada, bastardeada. Que no lograría superarlo ni perdonarme jamás.
Pero estaba realmente harto. Hastiado. Ya no toleraba sus celos infundados, sus persecuciones dialécticas. Sus falaces acusaciones plagadas de malicia. Que revisara en cada madrugada mi agenda, mi teléfono, mis bolsillos, mis recuerdos, hasta mis sueños por soñar. Siempre tratando de capturarme “in fraganti”.
Exploté como un volcán incontenible y colocando mi rostro muy cerca del suyo, se lo confesé gritando. Gritando a rienda suelta. Gritando desde lo profundo del alma. Mi esposa irrumpió en llanto, en convulsiones, en reproches entrecortados. Su histriónica histeria se desplegó en chillidos, chirridos, gemidos, pataleos. Se babeaba furiosa cual hiena desorientada, mientras balbuceaba frases como: -“Mi madre siempre me previno… que eras un degenerado… un desgraciado  infiel… un pervertido…”-.
Me serví un trago,  respiré profundo y me senté en el sillón. Sinceramente gozaba contemplando su desquicio. Su andar de fantasma errática. Frenética. Despeinada. Gocé de mi vodka doble, tridestilado, con zumo de naranja y observé el ir y venir por la sala de sus pasos incoherentes, inconexos.
Poco a poco fue recobrando la calma, y se dirigió hacia nuestro cuarto; preparó sus maletas y se marchó en silencio, regalándome un estruendoso portazo, que tronó de maravillas. Se llevo nuestro auto.
Suspiré aún más profundo, feliz, relajado. Me serví otro trago. Resultaba un enorme alivio haber confesado mi pecado, aquella culpa que me corroía en silencio, en el momento apropiado.
La síntesis del éxtasis en el preciso génesis.
Era imposible continuar callando.  Ya no podía seguir ocultando, que allá, por el sexto grado, portando mis once años, me enamoré de mi maestra. Imposible continuar callando. Aún la recuerdo, era magníficamente bella.
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Cuento Finalista del II Certamen Internacional de Cuento “Jorge Luis Borges” 2008, organizado por SESAM, BuBuenos Aires, Argentina. 30 de Junio de 2009.


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