viernes, 17 de julio de 2015

Natalia S. Samburgo


NATALIA SAMBURGO

La batalla de los dioses

  Los Dioses habían decidido librar la batalla. Se habían resistido durante algún tiempo, pero ahora era inevitable. Las fuerzas del mal estaban logrando resurgir y se hacía necesario
vencerlos para salvar a la Humanidad.
 Dioses y Humanos se unieron para lograr más poder. Los Demonios tomaban formas distintas para confundirse entre ellos.
 Por fin la batalla comenzó. Los cielos se oscurecieron. Una lluvia de cenizas se desprendía del espacio anticipando los acontecimientos.
 De las tinieblas salieron los Demonios.
 De detrás del Sol aparecieron los Dioses y los Humanos Iluminados, elegidos estratégicamente para poder batallar.
 El choque fue feroz. Unos contra otros utilizando sus poderes trataban de destruirse.
 Velocidad, fuerza, garras, colmillos, poderes mentales. Todas las armas estaban al servicio de los contrincantes.
 Cada uno tomaba la forma que hacía que sus poderes se manifestaran al máximo.
 Pero los Demonios no contaban con una virtud de los Humanos: “La Estrategia”. Ellos podían planificar y por ellos se anticiparon a los movimientos del enemigo.
 Unidos en formación, alineados con el poder del Sol, desplegaron una fuerza descomunal que terminó uno a uno con los Demonios.
 Los Dioses quedaron sorprendidos. Habían elegido bien a sus aliados.
 Ya no había más oscuridad. La luz había ganado. Las estrellas volvían a brillar y los humanos en la Tierra, ajenos a la batalla, seguirían sus vidas escoltados por sus Salvadores.


Por fin…

 Por fin podía desplegar mis alas. Tanto tiempo estuve encerrada, ajena a los
 acontecimientos que me rodeaban.
 Por fin podía volar, sobre aquellos árboles, sobre aquel monumento, sobre aquel edificio,
 sobre aquellas vías.
 Por fin podía sentir el aire contra mi cara, el frío de la mañana, la tibieza del Sol.
 Por fin podía escuchar los cantos y los ruidos, oler aromas y sentir con el tacto.
 Por fin podía ser libre, como una paloma, volando con las alas desplegadas y poniendo a
 funcionar todos mis sentidos.
 Ahora lo veo todo más claro, ahora siento la libertad, la que tanto ansié. La veo blanca, la
 oigo armoniosa, la huelo floral, la degusto dulce y la siento suave.
 Por fin soy libre, por fin llegó y ahora se queda conmigo.


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