lunes, 27 de mayo de 2013

ALICIA CHILIFONI


NOS QUEDAMOS SOLOS…

El “ruso” Picarevich, (luego supe que en realidad era yugoeslavo) producía claveles a granel. Hileras de pinos protegían de la inclemencia los invernaderos.
En la época de las fiestas de fin de año, los chicos del barrio acudíamos a él  para conseguir cada uno su rama que se convertiría en árbol de Navidad. Una vez sostenida vertical en un tarro con arena, venía lo mejor: adornarlo.
Nos entreteníamos durante horas envolviendo una por una las bolitas con que mi hermano jugaba a la chanta todo el año con trozos de papel de barrilete, cada una de un color distinto. Atábamos un pedacito de piolín por un lado al papel y por el otro a la rama, que quietita y dócil , nos dejaba hacer…
Como toque final sujetábamos algunas velitas, sobrantes de tortas de cumpleaños por el sólo hecho de que era lo único que no se comía. Una en la punta del improvisado arbolito. Las encenderíamos a las doce de la noche.
Éramos felices en aquella mesa larga, llena de tíos y primos, y la abuela. Una multitud, un bochinche!!! Los grandes estaban tan atareados y alegres que se olvidaban de los chicos. Entonces hacíamos y deshacíamos a nuestro antojo.
Este diciembre recordaba todo aquello al acomodar las guirnaldas de luces intermitentes en la enredadera, el limonero y el arbolito, que ya no es del “ruso”.

El jardín se vistió de gala. Centenares de ojitos multicolores parpadean incansables durante toda la noche, como aquéllas luciérnagas….. Qué habrá sido de ellas…. Qué habrá sido de la mesa larga…. Los parientes están lejos. Nos mandamos mensajitos, porque ahora, con el progreso, tenemos de todo, pero nos quedamos solos…

1 comentario:

a dijo...

La imagen habla mas que mil palabras. Es fantástico. te felicito de todo corazón

Adela Disteffano