viernes, 27 de julio de 2012

NEGRO HERNÁNDEZ


LIBREPENSADORES
Finalmente, después de varios contratiempos, se realizó la reunión de la Liga Latinoamericana de Librepensadores en el Tres Amigos, presidida por nuestro amigo Mario, cuyo apodo el Mirón de Palermo lo identificó siempre con su barrio y sus mujeres. Entre los ilustres invitados figuraban varios personajes de la cultura nacional, escritores, filósofos, artistas, historiadores y demás representantes del pensamiento nacional. "Hagamos de Latinoamérica una gran nación" "La patria soñada por San Martín y Bolivar será realidad", decían algunos de los volantes de publicidad que estaban en las mesas del café. Por supuesto Sandoval, el Gordo, Jorge, Oliverio, otros muchachos de la barra  seríamos de la partida más allá de las distintas posiciones políticas de cada uno, el asunto pasaba por ayudar al amigo.
Estuvimos trabajando el mes entero en distintas actividades con ese fin. La mujer del Gordo, gallega también, tardó en convencer a Rogelio, que como dueño del local tenía miedo de las consecuencias políticas y sociales en el vecindario. "Como hijo de republicanos es tu obligación acompañar a los auténticos próceres latinoamericanos en la partida, si te oponés le cuento a tu mujer que sos un verdadero cagón." Esa fue la frase determinante que obligó al Gallego a tomar la decisión aprobando la realización del encuentro en el café.
Yo aproveché mis contactos en el diario para darle difusión a la convocatoria citando frases y cometarios de distintos historiadores que apoyaban la unidad del cono sur, hasta publiqué una entrevista a nuestro amigo donde habló de la vigencia de su pensamiento. Sandoval que nos había anunciado su próximo abuelazgo, cosa que mereció un brindis, además se ocuparía de ayudar en la cocina para preparar una buena carbonada criolla. Oliverio diseñó un plano del café con los cambios que debían hacerse en la disposición del mobiliario para que entrara mucha gente. El Gordo, que tenía contactos con el ejército, prometió traer banderas representativas de los países, fotos de los próceres y "Tal hasta me traigo a la banda del Regimiento Patricios", dijo.
También Tito Sánchez aseguró su participación entonando a capella una canción patria, y Abel, el acariciador de Barracas, se comprometió a relatar algunos de los dolores físicos que debieron soportar nuestros héroes en la lucha por la independencia. De la limpieza del lugar y en especial  de la higiene de los baños a los que el Gallego le da poca bola, se encargaran el Turco y Beto. Jorge tenía guardia en el hospital pero igual estará un rato presente con su legítima esposa y su hija Mariana.
El Mirón parecía un pibe con juguete nuevo, no era para menos, esa noche lo iban a designar presidente de la Liga y su mandato duraría justo un año, "Es para evitar la ambición del poder y las tentaciones de la corrupción", decía. Su entusiasmo era tal que sus dolores en las piernas habían desaparecido y su habitual cara de traste se convirtió en una sonrisa eterna.
Nuestras parejas fueron invitadas por la rama femenina de la organización y anduvieron gastando plata toda la semana en la compra de pilchas. "Yo vengo con una veterana refuerte que concurre a mis talleres de memoria... y es 20 años menor", dijo Sandoval. "Mi jermu me gritó que me deje de joder con esas pelotudeces, vengo solo." Agregó Oliverio. Marta tenía que ir hasta Caballito para ver unas antigüedades y arreglé que pasaría a buscarla  a las 8 y media de la noche. De los demás sabía poco y nada pero de seguro vendrían acompañados por alguna dama.
El Mirón se había mandado hacer un traje de medida en lo de Vicente, el sastre de Barracas y andaba buscando dos grandotes que oficiaran de custodios, no para él sino para el lugar que de noche se pone peligroso y también nos había anunciado una sorpresa.
La mañana de ese sábado, 30 de junio, nos encontramos temprano en el café. Según las directivas de Oliverio había que llevar las dos mesas de billar al patio para que en ese rectángulo del salón se armara la mesa para las autoridades de la Liga. Tito trajo un micrófono con el amplificador y se puso a probarlo. Sandoval, el Gordo y yo nos ocupamos de mudar los billares al patio, operación que nos dejó de cama. Sandoval tuvo que sentarse con el cuore agitado, "Me voy a la farmacia para tomarme la presión". "Ya no están para estos trotes, jovatos", dijo el Gordo mientras destapaba una cerveza. Yo disimulaba mi dolor de cintura para no parecer un flojo.
 Oliverio se puso a alinear los cuadros colgados en las paredes del rectángulo destinado al encuentro. En una de ellas estaban las imágenes que siempre vistieron al café: las grandes orquestas de tango del ´40, Troilo, Pugliese, Darienzo, Di Sarli... en la otra los grandes cantores, Gardel, Sosa, Vargas, Castillo, Morán, el Polaco... y por supuesto la foto de Alberto Marino autografiada sobre el saco blanco cruzado, la noche del estreno del tango Tres Amigos en el viejo café que ocupaba el centro de la gran pared. También brillaban la de otros próceres como Salgan, Piazzolla, Charlo, Cadícamo... y algunas minas de gran corazón como Azucena Maizani, Libertad Lamarque, Ada Falcón... y mi preferida, Mercedes Simone.
Me senté en el fondo del café mientras recordaba mis viejos tiempos de militancia universitaria cuando muchos jóvenes nacionalizaron su pensamiento ideológico volviendo a las fuentes de nuestra verdadera historia. Las marchas, los reclamos, los curas tercermundistas, la revolución sexual y las mujeres que cambiaron el ideal femenino.
Al mediodía los deje a los muchachos comiendo una picada y me fui a casa, quería dormir una buena siesta y descansar. Esa noche tenia una cita muy especial con Marta, la iba a presentar oficialmente a mis amigos para demostrarle mi compromiso amoroso y además tendría que decir una pocas palabras de presentación en el acto de los Librepensadores. "Latinoamérica es una nación inconclusa, construirla es y será una gran utopía, y como toda utopía nos sirve para caminar hacia ese ideal. Este acto representa parte de ese camino", anoté en mi cuaderno de apuntes antes de acostarme.
Cuando desperté, recordé haber soñado con mi escuelita de la infancia en Necochea. El patio, las filas de guardapolvos blancos, el mástil, el Himno nacional, el discurso de la Directora y el frío cruzándonos las piernas de pantalones cortos. Después el chocolate con churros y la vuelta a casa para jugar a la orilla de la estufa a leña. Me di un baño, me cambié y salí caminado despacito hacia el café.
En la esquina estaban  Milone y el Loco, los grandotes que había conseguido Mario para vigilar el lugar. Adentro habían colocado en un atril la foto del histórico abrazo de San Martín y Bolivar en el centro del salón. Al Gordo lo vi sentado en la barra con cara de preocupado. "La banda de Patricios no viene, tiene otro compromiso, y para colmo hoy se pudre todo, se van a encontrar mi jermu y Anita la sueca". "Dejálo en mis manos, yo le digo a Marta que se ocupe de tu amada esposa y vos dale el raje a la rubia", le dije contrariado. En eso entró el Mirón con la sorpresa del brazo, era nada menos que Nelly Omar miembro honorario de la Liga.
A las 8 el local estaba lleno de gente y me fui por la salida de atrás para buscar a Marta. Me detuve en el umbral agitado por la emoción de volver a encontrarla. Toqué el timbre y cuando abrió la puerta me sorprendí, "Mi amor estás divina ¿que te pasó esta tarde que no me llamaste?, pregunté. "Nada especial, solamente dejé escapar un fantasma" y me besó con pasión.







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