miércoles, 7 de julio de 2010

NOLO VASA KRER


COSAS DE LA ASTRONOMIA

El profesor Mike DeAncients dominaba el claustro con su voz impostada. También ayudaba su casi metro ochenta y cien kilos de peso. No debemos dejar de lado su calva reluciente.
En una de las últimas filas, allá arriba, yo lo escuchaba con suma atención dado que ese tema siempre me atrajo, a tal punto que me inscribí en este postgrado de radioastronomía.
Mike seguía con la introducción: “Ya estaban sentadas las bases del revolucionario crecimiento de la astronomía. En 1609 hizo una presentación que hoy llamaríamos show. Galileo había desarrollado su telescopio a tal punto que desde el Campanile de la Piazza San Marco se podía ver Murano, que estaba a dos kilómetros, como si sólo estuviera a trescientos metros. Adicionalmente, y gracias a la lente divergente que incorporó a los modelos anteriores, las imágenes estaban derechas y no invertidas.
Un jesuita alemán, de nombre Christopher Clavius, contemporáneo de Galileo, era su colega y su oponente. Realmente Christopher se destacaba más como matemático y gnomonicista. De hecho, el Papa Gregorio XIII propuso el calendario que hoy usamos gracias al trabajo que hiciera este matemático y que consistió en pasar del 4 de Octubre de 1582 al Jueves 15 para ajustar el calendario a la órbita solar.
Los astrónomos mencionados, y muchos más, intercambiaron correspondencia sobre el espectacular hallazgo de un nuevo sol en la Vía Láctea. Alrededor del 17 de Octubre de 1604 apareció ante sus ojos, mejor dicho ante sus telescopios, la que hoy llamamos Estrella de Kepler. Se trata se la supernova más cercana que se haya formado y de la que se tenga referencias. Durante 80 días permaneció en el firmamento para deleite de los observadores de los cielos. Con los conocimientos actuales podemos calcular que lo que se vio en ese momento había ocurrido realmente 13000 años atrás, ya que esa es la distancia en años luz que nos separa de la supernova.
Las nubes de materia en que se dispersó después de su explosión han podido fotografiarse con distintos equipos y la composición de esas imágenes hoy nos sorprende y conmueve”
La imagen quedó un momento en el frente del claustro y, a una indicación del profesor, las luces del recinto se atenuaron para ayudarnos a visualizarla. Solo faltaba una música sinfónica de fondo, tipo “Así hablaba Zaratustra”, para completar el efecto sobrecogedor.
Fue en ese momento, o quizás un minuto antes, que comencé a alejarme de allí. Seguía sentado en mi butaca pero ajeno a la disertación, aunque con la imagen de la Estrella de Kepler fija en la retina.
Escribir en primera persona dificulta la confesión. Cuando hablamos de “un amigo”, “él sentía”, “me contaron que un tipo”, la cosa parece más sencilla. Estoy dispuesto a correr este riesgo y decirles que estoy hablando de mí.
Soy yo quien estaba en ese banco de ese claustro, ese día en que se hablaba de la supernova.
Soy yo quien comenzó a confundir mi realidad con la clase magistral.
Mi mente bullía y resonaban preguntas: Soy una supernova? Me respondía: Alguna vez fui una estrella más de esta galaxia, ni más ni menos brillante que otra. También debo admitir que hoy soy el resultado de una explosión, de un pasado con final de colisión. Coincide…
Esto alentaba más cuestionamientos, pero ahora buscaba respuestas en vos: ¿Te habrás deslumbrado con un brillo momentáneo? ¿Que viste en mi que atrajo tu atención? ¿Como la Estrella de Kepler duraré en tu alma pocos días y terminaré en nube de colores?
Me di cuenta que toda esta tormenta de dudas era fruto de mi MIEDO.
Mi amor, mi delirio, mi pasión me tiene en ascuas con un terror escondido en las entrañas por un futuro sin futuro. ¿Será suficiente para vos este día a día que nos dio la oportunidad de amarnos? Hasta cuándo durará mi luz para que vos, mariposa, sigas sobrevolando con riesgo de quemarte?
Sigo demandándome aclaraciones que no podré contestar, corriendo el riesgo de que sigan retumbando hasta arrastrarme a la depresión, mientras veo la imagen proyectada, multicolor e impresionante.
No me di cuenta que la clase había terminado hasta que los murmullos y movimientos a mi alrededor me volvieron a la realidad. Ya no se proyectaba la imagen que se fue esfumando con las luces del recinto, al igual que mi turbación angustiosa.De pronto, repentinamente, quizás por efecto de la claridad que me rodeaba o porque mi alma se había sobrepuesto, supe que tenía la fuerza de reiluminarme para que me sigas amando. Comprendí lo trivial: vos me dabas esa energía! Yo brillaba y te atraía; y vos me dabas energía, y yo brillaba y mi luz te atraía; y vos estabas junto a mi y me dabas energía, y yo brillaba y te atraía, y… por miles de años luz.

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