martes, 18 de julio de 2017

Bettina M. D´alesandro


Apuntes  urbanos  
Bettina M. D´alesandro

"Hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado.
Hazme un sitio en tu montura
Que yo también voy cargado
De amargura
Y no puedo batallar más” "Vencidos" León Felipe

El encuentro fue azaroso, como suelen ser los encuentros más trascendentes. Manuel Uribe caminaba distraídamente por Corrientes cuando lo vio. Las tapas rojas se destacaban entre la pila de libros viejos, ofrecidos a un precio casi irrisorio. Parecían pedir a gritos que alguien las rescatara de aquella situación vergonzosa.
Se acercó a la mesa, tomó el libro entre sus manos y comenzó a hojearlo con cuidado. Se trataba de un ejemplar del " Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" editado Biblioteca La Nación. Más precisamente de un segundo tomo que parecía acentuar una palpable sensación de orfandad. Sus páginas ocres despedían un dejo de humedad que daban cuenta de un nacimiento lejano. Sin embargo, había resistido estoicamente el paso del tiempo y de sucesivos lectores. Eso le gustó a Manuel: era un sobreviviente como él.
Sin dudarlo, invirtió una parte del sueldo recién cobrado y guardó el libro junto al material de trabajo que llevaba en su bolso.
Llegó al cuarto de la pensión alrededor de las seis y decidió preparar una taza de café antes de concentrar la atención en al nota que el secretario de redacción le había pedido. El periódico sensacionalista para el que trabajaba empañaba su vocación de periodista y en vano buscaba la manera de zafar de las notas amarillas que le obligaban a escribir.
La habitación que ocupaba desde su arribo a Buenos Aires permanecía inundada por el desorden y el polvo, pero poco preocupaba esto a Manuel, cuyo carácter solitario congeniaba sin mayores conflictos con la tosquedad de ese rincón urbano.
Tomó el primer sorbo de café, abstraído en pensamientos difusos. Miró como al pasar las tapas rojas depositadas sobre la cama y se sintió nuevamente encandilado por ellas. Se dispuso entonces a leer algunas páginas.
Fue suficiente un breve contacto con las mismas para experimentar algo extraño: el cuarto en que se hallaba comenzó a adquirir una dimensión particular. Se sintió transportado a un espacio donde los objetos podían ser captados con una singular nitidez. Esa proximidad con el mundo circundante era tan arrolladora, que se vio movido por la urgencia de escribir una gran historia: la historia más deslumbrante de su vida, esa que lo conduciría a la gloria sin escalas.
Comenzó entonces a garabatear sobre una hoja de manera compulsiva, febril. La aventura de crear, de plasmar aquel aluvión de ideas que manaba de su mente lo confrontaron con una emoción indescriptible. Su tiempo pasó a transcurrir entonces frente a la mesa destartalada que servía de escritorio, envuelto en papeles y humo gris. Sólo se detenía de vez en cuando para hojear algunas páginas, como si éstas fueran el oxígeno que necesitaba para continuar respirando.
Poco a poco dejó de reconocer diferencias entre el día y la noche, el frío y el calor, la vigilia y el sueño. Sin saberlo, estaba dando forma a la historia más trascendente de su propia historia.


La persona hallada sin vida esta madrugada responde al nombre de Manuel Carlos Uribe - a voz sonaba firme detrás del micrófono de la radio - Soltero de 55 años de edad, fue hallado en la habitación que alquilaba en la pensión de Sarandí al, ochocientos de esta capital. Según fuentes policiales, el cuerpo no presentaba signos de violencia, lo que hace pensar en una muerte natural. El cuarto se encontraba en completo desorden y el olor a tabaco impregnaba el aire. El difunto sostenía en su mano derecha un libro de tapas rojas y, sobre la mesa donde se lo vio recostado al ingresar, se hallaron varias hojas de papel en blanco, un tintero y una pluma sin estrenar.

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