martes, 5 de octubre de 2010

ROBERTO RODRÍGUEZ SANTIAGO


Incertidumbres

La tarde recorre por mi silencio
su último cielo.
Poco a poco recojo las nubes en mi pecho.
Inconsciente

Duerme, niña, duerme.
En tus sueños mi pesadilla también duerme.

Sangre

En el cine
corre el filme
danzando en el espectador
como humo es el espesor
en el ojo
figuras tontas y patéticas
y siempre algún malhumorado
o héroe
con el pulgar alzado pero vendado
y nada importante
si se derrama un poco de sangre
¡es el héroe!
¡es el que se esculpe
en bronce
llena la sangre de billetes
como vendajes!
Y la sangre no importa:
de esa, de esa,
¡qué se pierda!
¡qué se pierda!
Siempre que hayan
muchos billetes como vendajes.


El último romántico

Murió, nada, murió
el último romántico,
apenas del mundo él sabía
y el mundo, de él, fantasía
hizo primero,
comercio certero luego,
y de la cursilería nauseabunda
hasta el fuego
la humanidad en manada.
Murió, nada, murió
el último romántico.
Ya ni la sepultura
recuerda su locura


Sollozos de un amante

Hay para morir
tantas razones
cuando la vida
es tan cruda
que amas y amas
y no existe más
amor que
el existente
en tu corazón,
cuando el mundo
es tan infernal
para hacer añicos
el termómetro
de tu pecho
y tú sólo
miras… ¡solo!

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