domingo, 19 de julio de 2009

ROBERTO ROMEO DI VITA

EL BAR DE SIVINA

"No lo van a poder encontrar, por más que busquen por toda la ciudad"
Nos dijo Silvina aquella tarde a la salida del taller literario.
"Yo lo voy a encontrar, apuesto a que lo encuentro? . Dijo Camilo.
"Nunca lo va a ver, fue sólo una aparición y ya se perdió"; afirmó tercamente Silvina.
-Lo voy a encontrar y me vas a pagar una café- terció con más terquedad Camilo.
El que lo encuentre primero avisa y después guardamos el secreto, exclamó alguien del grupo para atemperar los ánimos..
Que avise!!! Afirmó alguien del grupo.
Si que avise!!!!. Sentenció otro y se hizo una pausa...

Estoy soñando que encuentro ese bar perdido de Silvina. Lo hallé en el recodo fosforescente de la última estrella.
Y estoy jugando ver aquel puerto lejano que se perdió una noche en una hoja en blanco; ya lo puedo divisar desde este calidoscopio ambarino, al puerto y a la rubia que murió con el frasco azul vacío en su mesita de luz.
El alba la encontró desnuda y hermosa, cubierta por su perfume preferido
Miguelito me para en la calle y me pide el último diario, del crimen más atroz, el del gol olímpico que logrará el delantero del cuadro, el domingo que vendrá.
Maria de los Ángeles sonríe triste antes de perderse en el tiempo. Intentará vivir, intentará amar, Necesitará más que partituras para acontecer y salvarse.
"Me estás gastando la tinta del diario"- Me dice el dueño de otro bar y entonces le sonrío, entonces le devuelvo el periódico y le pago el último café.
El último café, suena en esa vitrola arcaica ya, casi desconocida.
Le apretó el brazo la pasajera de la ciudad, con un beso de despedida. Entonces el Asturiano lloró aparte, entre miles, vivando la Revolución.
Una estrellita errante ha dejado de latir.
El viajero la seguirá buscando.

Dicen que llamó a un teléfono prohibido sólo por escuchar su voz.
Entró a su casa, encendió el fuego de un hornalla, puso la cafetera, se sirvió café, era de madrugada, estaba sola, en otro pieza llora una beba, una canción de cuna intenta calmarla, una lágrima salobre se hunde en el café a medio tomar.Vendrá un nuevo domingo, con sus tardes de peligros y ausencias...

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